Una buena para el próximo gobierno: el electorado entendió que la economía es una “bomba”

Una encuesta indaga qué entiende la gente cuando se habla de “bomba”. Dominar su significado, la clave para que un nuevo gobierno pueda emprender reformas

¿Es una bomba? ¿La bomba ya estalló o le va a estallar al próximo gobierno? ¿Podría ser la primera vez que el kirchnerismo pone una “bomba económica” y le explota antes de entregar el poder? ¿Hay bombas que ya estallaron y otras que están por estallar? ¿Es un campo minado lleno de bombas que podemos pisar en cualquier momento?

Muchas preguntas surgen de un lugar común que usan los economistas opositores para describir qué está pasando en la economía argentina y qué podría pasar en los próximos meses. Son metáforas “explosivas” para describir lo que el ex presidente Mauricio Macri prefirió disimular: sin un plan de reformas estructurales y de shock, el país nunca se estabilizará social y económicamente y en cualquier momento vuelve a “volar por el aire en pedazos”… o eso ya está pasando, pero los argentinos no lo sienten así.

Una encuesta de FGA, la consultora de Federico González buscó indagar en esa metáfora clave: qué entiende el electorado cuando escucha hablar de una “bomba”, cuándo estallaría y, lo más importante de todo: quién la puso y qué misión le encomendará a quien busque evitar el estallido.

De cómo se defina qué significa esa “bomba”, quién es el responsable de haberla puesto y -fundamentalmente- qué hay que hacer con ella -desactivarla o hacerla estallar controladamente- dependerá quién se posicione mejor en las próximas elecciones y qué “mandato” obtenga del electorado el ganador para resolver la decadencia económica argentina.

Por lo pronto es difícil explicarle a un extranjero que se mete a ver qué pasa en la Argentina que esa “bomba” todavía no hubiese estallado: con más de 100 por ciento de inflación anual, 40 por ciento de pobreza y un Banco Central que ya casi no está pudiendo proveer los dólares al precio que dice que tiene, cualquier analista económico de cualquier país diría: “muchachos, la bomba ya estalló en la Argentina y hace rato”.

La “bomba” económica está en la agenda

 

La buena noticia para quien fuere que gane las próximas elecciones es que esta vez ya hay cierta noción en la opinión pública de que “la bomba existe, pero ya estalló con la inflación, el dólar y la pobreza” porque obtiene el 52 por ciento de acuerdo en una serie de opciones excluyentes, tipo “multiple choice”.

La segunda opción más elegida es que “la bomba existe y le va a estallar al próximo gobierno, gane quien gane”. Luego el 10 por ciento en esta encuesta online nacional cree que va a estallarle a este mismo gobierno.

Apenas un 10 por ciento cree que esa bomba “no existe” y otro 8 por ciento dice que no sabe.

La clave del éxito del próximo gobierno dependerá de la profundidad y velocidad de las reformas que pueda emprender en un país con una dirigencia política muy reacia al cambio. Carlos Menem pudo imponer en los 90 un programa profundo de reformas estructurales, con privatizaciones y un esquema monetario que trajo una década de estabilidad porque asumió en medio de una hiperinflación que estaba hundiendo al país en la pobreza. No sólo la opinión pública pedía reformas a gritos: sindicalistas y empresarios entendieron que no debían oponerse.

Por el contrario, al ex presidente Macri le aconsejaron cuando asumió “disimular” la bomba con la esperanza de ir desmantelándola de a poco y gradualmente. Finalmente la “bomba” provocada por el exceso de gasto público le estalló a él sin que pudiera emprender las reformas estructurales para desactivar el artefacto explosivo.

En su libro Segundo Tiempo, Mauricio Macri explica que sintió que no tenía mandato suficiente para emprender grandes reformas estructurales. Con “mandato” no se refiere al mandato formal que todo presidente obtiene al ganar las elecciones cuando le ponen la banda y le dan el simbólico bastón, sino a esa “misión tácita” que le da el electorado para hacer determinadas cosas.

Como en la campaña el ingeniero había prometido que no privatizaría empresas públicas ni haría “ningún ajuste” (vaya a saber lo que cada uno entienda por ajuste), se sintió obligado a hacer todo lo posible por disimular la bomba.

Cuando en la segunda mitad del mandato intentó proponer una reforma laboral -piedra angular de cualquier programa de reformas que apunte a bajar el gasto público y los planes sociales en la Argentina- las ya legendarias “14 toneladas de piedras” en el Congreso lo llevaron rápidamente a “recalcular”. En la inauguración de Sesiones Ordinarias del Congreso, en marzo de 2018 propuso hablar del aborto por única reforma con algo de polémica.

Finalmente, en mayo de 2018 terminó estallándole la bomba con una devaluación que marcó el fin de la paciencia de los mercados con su imposibilidad de emprender las reformas pendientes.

CFK, la más culpada

 

El actual gobierno kirchnerista no hizo otra cosa que cebar más esa bomba, que hoy tiene muchos más “kilotones” que la que la versión anterior del kirchnerismo le había dejado a Macri: el déficit fiscal es mucho más alto, la inflación ya cuadruplica la que dejó Cristina Kirchner en 2015, la avalancha de Leliqs y sus irrisorios intereses superan incluso la trampa del “dólar futuro” que heredó Macri.